En el post anterior hablamos de la iglesia de Santo Domingo, sede del Tribunal de las Aguas, ya que para el funcionamiento de estas poblaciones, agrícolas y ganaderas, el regadío era fundamental. Desde los siglos XV y XVI, existían en “la tierra de Buitrago” lo que se conocía como comunidades de regantes, conformadas por aquellos vecinos con huertos, linares o prados.
El riego Transcurría por la reguera (un canal de unos cincuenta centímetros abierto en el suelo), aprovechando el agua que baja de la montaña, especialmente tras las lluvias o con el deshielo. Se trata de un sistema que estaba organizado con: un aguador o guarda (quien hacía cumplir las normas de riego, repartía el agua y avisaba a los vecinos), un escribano (que levantaba el acta sobre las decisiones) y el Alcalde (el cual repartía el tiempo de riego). Con el inicio de la primavera se limpiaba la reguera, llena de rastrojos y piedras tras todo el invierno, y en ese mismo momento se elegía al alcalde. Según el pueblo, esto conllevaba ciertas tradiciones y celebraciones.
El tiempo de riego era controlado mediante “la piedra de las veces”, dividida con radios en cinco partes o veces (espacio durante el que cada vecino podía usar la reguera): mañana, trasmañana, siesta, tarde y noche. Esto aseguraba un reparto hídrico proporcional.
Fuentes:
- Archivo Histórico Nacional
- Madrid Tradición Viva. Comunidad de Madrid. B.O.C.M.
- FERNÁNDEZ GARCÍA, M. (1976) Antiguas Comunidades de regantes en Buitrago y su tierra. En Anales del Instituto de Estudios Madrileños. Tomo XIII. CSIC