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Recuerdo de otro tiempo....

La Comunidad de Madrid ha sido desde tiempos prehistóricos lugar de paso entre Norte y Sur de la península ibérica, cuna de grandes civilizaciones, celtas, íberos, romanos, tribus indoeuropeas (suevos, alanos, etc.), visigodos y árabes.

 

Durante el reinado árabe, existían en la Sierra Norte de Madrid tres núcleos urbanos principales: Buitrago, Talamanca y Uceda.

 

Durante el reinado de Alfonso VI, a mediados del siglo XI, tras expulsar a los árabes del territorio se dio la custodia de las Tierras de Buitrago a la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda.

 

La milicia de Buitrago prestó tan importante ayuda a la Reina Urraca de Castilla y León (Hija de Alfonso VI, primera mujer que ejerció de forma efectiva el papel de reina “propietaria” en España) que desvinculó el territorio de Sepúlveda y fundó La Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago.

 

Durante los siglos XIV y XV, los nobles fueron compensados por los servicios prestados al reino y gran parte de lo que conocemos hoy como Sierra Norte pasó a formar parte de la familia Mendoza, que formó su señorío bajo el dominio de los Trastámara, llegando a dominar aproximadamente un tercio de la actual provincia madrileña.

 

Mediado el siglo XV, acortando el camino entre Somosierra y Madrid, se establece como ruta principal de ganados la actual Cañada Real Segoviana. Los Mendoza aumentaron su poder, absorbiendo la riqueza que generó esta nueva vía de trashumancia. El Señorío de los Mendoza se perpetuó hasta el siglo XVII. Del Duque del Infantado, rama principal de la casa de los Mendoza, dependían sesenta y ocho pueblos serranos, entre los que estaba Buitrago, con aproximadamente 1.000 habitantes.

 

El siglo XVII fue desfavorable para la agricultura. Se inició un proceso de empobrecimiento del campo debido al agotamiento de la tierra, la sequía y al éxodo de la población rural a núcleos en proceso de industrialización, Madrid y alrededores. A lo largo de este proceso y debido a la intensa actividad ganadera en la Cañada Real Segoviana y sus ramificaciones, se fueron creando en la  Sierra Norte asentamientos de pastores, hospederías, esquileos, que con el tiempo se convirtieron en  pueblos.

 

Este fue el origen de las poblaciones de Piñuécar y Gandullas, y de los despoblados de Bellidas y la Ventosilla.

Piñuécar contaba en 1554 con 54 vecinos (familias), 10 en 1656 y 24 en 1782. En Gandullas por su parte, vivían 43 vecinos en 1554, 15 en 1656 y 20 en 1782.




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